Me entrego
débil y sin fuerzas de luchar contra mi ego
pues en el fondo no soy alma
soy sangre que bulle en carne non sancta
y a todos los placeres me debo
sintiendo el miedo latiendo en el centro del pecho
no temo al infierno
temo más a la ira del cielo
que por doquier se propaga.
Deseo
tener la fuerza para poder afrontar aquello
que niega caminos y puertas cierra
que nubla la razón y al corazón asusta
tener el valor de entender y afrontar
aquella utopía llamada verdad,
pues en lo más hondo de mí
la sangre que bulle exacerbada
ruge y clama a Dios
ser aprendiz de un alma blanca.
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