Cuando escribí mil poemas
y dediqué infinitas letras
a cada uno de tus sentires y miradas,
cuando me dediqué
al espantoso silencio
que dejó tu adiós
en un rincón de mi alma,
cuando iluminé
los recovecos olvidados,
y desempolvé las sonrisas,
y pulí los lagrimales,
y negué las caricias
y exilié las esperanzas,
sin querer,
caí en el sincericidio
y me ví
(tal cual soy)
sin máscaras ni filtros,
y comprendí
(que tal vez)
todo eso que escribí
no era más
que una necedad
de mi propio ego.
Aunque es cierto
aunque ha pasado el tiempo
aún te dedico letras y poemas
que sin sentido caen
en el pozo
que no tiene fin
ni sentido.
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