Sombría, golpeas la puerta oscura
que a la luz se abre
y silenciosa, entras.
La cama vacía,
la ventana cerrada
y la imagen del árbol
azotado por el viento
que del otro lado del cristal
agita sus ramas negras
crujientes
desprovistas de futuro
y de intención
pudieran ser sus ramas
tus manos ososas
que al vaivén del destino
una vez en la vida
inexorablemente
te alcanzan.
Pareciera que antes de golpear esta puerta
dejaste un rastro de vos misma
dejando una senda amarilla
con incierto futuro.
El panegírico dirá
por aquí pasó
la que no vuelve a pasar jamás.
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