En el majestuoso mar
donde las olas se visten de dagas
llenan de espuma blanca
las orillas amarillas
de las costas donde atracan
las soberbias barcas
que han surcado los siete mares
conocieron su temperamento
la bravura de sus aguas
que supieron teñirse en sangre
de aquellos que sin conocer
desafiáronlo con arrogancia.
Bravos marinos
soberbios piratas
bucaneros, almirantes,
que supieron guiarse
en la oscuridad penetrante
de las negras noches
e invisibles horizontes
pues no hay caminos en el mar
ni hay destino en su lecho pacífico
allí, caracolas y cangrejos
danzan la música mansa
que en la superficie estalla
en un llamativo contraste
de violencia externa
y de paz interna.
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