Después de un largo día de labor, Nina, la hormiga, decidió ir a la orilla del lago a beber un poco de agua y disfrutar del cielo estrellado antes que llegara el otoño y este se cubriera de nubes. Al llegar bebió el agua fresca y cristalina sintiendo el alivio de calmar la sed desde las patas hasta las antenas. Escuchó a lo lejos el cantar que un grillo solitario a la blanca y redonda luna le brindaba. Qué ganas que tenía Nina de viajar a la Luna! De qué sería la luna siempre tan blanca? A dónde iba en las noches que desaparecía? Que hacía de día? Por qué algo tan hermoso y mágico como la luna se encontraba tan distante? Lavó su cara con un poco de agua penando no saber contestar tantas preguntas y de pronto, una sonrisa gigante se dibujó en su rostro, pues allí, casi en el medio del lago, estaba también la luna, como bebiendo agua, como si fuera de visita... La hormiga comenzó a correr de una punta a otra de la orilla en la que estaba, buscando alguna hoja donde subirse y navegar hasta allí, para trepar a la luna, y preguntarle cada uno de sus secretos.
Que esta hoja es muy chiquita, que esta hoja es muy pesada y se va a hundir, que esta hoja es muy finita, que esta hoja está muy verde y cada hoja tenía un problema distinto, hasta que al fin recordó su amistad con Guillermo el pescado, a quien una vez advirtió sobre la cercanía de unos furtivos pescadores.
Se acercó lo más que pudo al agua y hundiendo apenas su pequeña boquita en el lago comenzó a llamar a su amigo.
- Guillermo! Guillermo!!- gritaba fuerte dentro del agua. - Guillermo! Guillermo!!-
- Qué pasa? Qué pasa? - apareció desde el fondo del agua un hermoso pescado con los colores del arcoíris.
- Quiero ir a la luna! - le dijo impaciente Nina.
- Y qué puedo hacer yo para ayudarte? - preguntó Guillermo cejijunto.
- Me podés llevar! - gritó feliz y saltarina.
- Llevarte hasta la luna es imposible para mí, tendrías que hablar con una golondrina, con una paloma, con un cóndor o con un águila mejor, ellas vuelan alto y en el cielo es donde está la luna... ¿No la ves?- le preguntó intrigado.
-Hoy es distinto Guillermo!- le dijo llena de alegría - Hoy la luna bajó al lago pues debía estar sedienta! Mirá... - con una de sus patitas señaló hacia a la mitad del espejo de agua en el que estaba el reflejo de la luna.
-No lo puedo creer!- exclamó Guillermo tomándose con sus dos aletas la cabeza.- La luna ha bajado y está en mi lago bebiendo agua! -
- Has visto, es increíble! Por favor Guillermo, llevame a la luna que yo no sé nadar, claro, si no estabas haciendo otra cosa más importante... qué estabas haciendo?-
-Nada, como siempre... subí en mi lomo que te llevo- Nina saltó sobre el lomo multicolor de Guillermo quien nadando a toda velocidad se acercó a la mitad del lago hasta estar cerca cerca de la luna blanca y redonda. Los corazones de la hormiga y del pez galopaban en sus pechos llenos de distintas expectativas, ambos habían soñado con la luna, en cómo llegar a ella y conocer todos sus misterios.
Qué decepción, cuánta tristeza sintieron Guillermo y Nina cuando llegaron al reflejo y entendieron que la luna no había bajado del cielo para beber si no que apenas, la muy coqueta, usaba al lago como espejo para ver que tan bella se encontraba en esta noche. El pez y la hormiga se pusieron a llorar de la congoja que tenían, tanto lloraron que los que saben aseguran que el lago creció un metro debido al incremento de agua. Tan fuerte fueron sus ayes y lamentos, que llegaron a los oídos de las estrellas que fueron a decirle a la luna lo que a Guillermo y Nina les pasaba.
La luna sintió por estos tanta pena, que sin dudarlo un segundo, sacó de su larga cabellera plateada el más firme y largo de sus cabellos y lo lanzó hacia el lago donde la hormiga y el pez lloraban.
Qué sorpresa y que miedo que tuvieron cuando vieron caer desde el cielo y cerca de ellos un hermoso hilo de plata que hacía el cielo subía hasta desaparecer... Guillermo asustado casi se hunde, pero recordó que Nina estaba en su lomo y que no sabía nadar.
- Qué es esto? - preguntó Guillermo.
- Parece una tela de araña, pero del color de la luna - le contestó Nina - Voy a investigar - le dijo con aplomo y subió por el cabello.
Pasaba el tiempo, la hormiga no volvía y Guillermo se estaba cansando de esperar, pero pensaba que cuando su amiga volviera y no lo encontrara no podría volver a su casa con su familia pues no sabía nadar, por lo que debería, si o si, aguardar por ella hasta que vuelva, aunque esto signifique esperar hasta la próxima luna blanca y redonda... entre estas y otras cavilaciones, apareció Nina corriendo sobre el cabello de plata, bajaba gritando llena de alegría.
- Guillermo, Guillermo! -
- Qué pasó Nina? Por qué tardaste tanto? Por qué estás tan cansada? -
- No lo vas a poder creer! Este hilo es un cabello de la luna, que nos envió para que vayamos a visitarla-
- No te creo...- incrédulo le dijo Guillermo
- Me dijo que si lo mordías te llevaría con ella, que hay muchas cosas que quiere preguntarte...- el pez de un tarascón agarró la punta del cabello de plata y de pronto fue arrancado del agua, comenzó a volar más rápido que las águilas, más lejos que las golondrinas, más alto que el cóndor, de pronto su lago parecía apenas un charquito en un isla rodeada de hermosos lagos gigantes, pues su lago está en un planeta donde hay más agua que tierra!
Al llegar a la luna Nina comenzó a recorrerla toda mientras le hacía una y otra pregunta sobre cada uno de los misterios, y la luna se reía a pata suelta, por lo disparatado de algunas preguntas y por las pequeñas patitas de Nina que le hacían unas tremendas cosquillas.
-Eres así de blanca porque nunca tomas sol?
-En cambio, soy así de blanca porque refracto la luz del sol hacia la tierra.-
-Tiene novio por eso algunas noche no está en el cielo?-
-Siempre estoy en el cielo, hay veces que no me ves pues la tierra se interpone entre el sol y yo.-
-Si de noche está despierta... de día duerme?-
-Cuando aquí es de día, en otra parte del planeta es de noche, y allí estoy yo.-
Así como ellos preguntaban, la luna también preguntaba.
- De qué color es el agua, pues yo la veo siempre negra, pero las estrellas me han contado que la hay azul, verde, y hasta marrón...-
- El agua es transparente, a veces el color de lo que se ve, no es del color que es eso realmente.-
- Qué hay abajo del agua? En la tierra yo puedo ver todo, hasta a ti Nina más de una vez te he visto cargando una que otra hojita hasta tu agujerito, pero siempre que intento ver dentro del lago, solo veo mi reflejo...-
-Debajo del agua hay lo mismo que arriba de la tierra, pues debajo del agua también hay tierra!-
Hablaron y rieron se preguntaron y contestaron todo lo que pudieron, de lo que no tenían respuesta le inventaban una y se mataban de la risa.
Llegó el momento del amanecer, por lo que la luna les dijo que era hora de volver a su lago, pues ahora debía ir a la otra parte del mundo, a ser luna, y desde el cielo cuidar y cumplir los sueños de los niños buenos y de los no tan buenos también; que debía dar luz al caminante perdido y poner en los bosques y en las selvas un poco de misterio para la imaginación de las bestias y de los no tan bestias, también. Se dieron un besote enorme, se agradecieron mutuamente y tomados del cabello por donde habían llegado hasta la luna, bajaron al lago donde Guillermo vivía y donde Nina, cuando tenía sed, se acercaba a tomar agua.
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