Supo levantarse.
Aún cuando vencido
miró sobre los hombros
y aspirando hondo
llegó a lo más alto.
Desde sus ojos
percibió los sin sentidos,
analizó lo sucedido
año tras año
sin discernir por colores,
ni tamaños.
A sus oídos
las imágenes lejanas
llegaron atiborradas
de cargas personales.
Momentos que el olvido
no pudo borrar del alma.
El frío de lo alto
le llegó hasta los huesos,
desde la piel hasta el tuétano
sin permiso penetró.
Supo estar vivo entonces,
no dudó de su existencia.
Desde su boca escapó un grito,
vívido,
libertador, contestatario,
que se coló por los valles
y al llegar a las calles
súbitamente se desparramó,
para quedar grabado a fuego vivo
en el inconsciente colectivo
de un pueblo que dormido
olvidó que su destino
a sus manos pertenece.
Aún cuando vencido
miró sobre los hombros
y aspirando hondo
llegó a lo más alto.
Desde sus ojos
percibió los sin sentidos,
analizó lo sucedido
año tras año
sin discernir por colores,
ni tamaños.
A sus oídos
las imágenes lejanas
llegaron atiborradas
de cargas personales.
Momentos que el olvido
no pudo borrar del alma.
El frío de lo alto
le llegó hasta los huesos,
desde la piel hasta el tuétano
sin permiso penetró.
Supo estar vivo entonces,
no dudó de su existencia.
Desde su boca escapó un grito,
vívido,
libertador, contestatario,
que se coló por los valles
y al llegar a las calles
súbitamente se desparramó,
para quedar grabado a fuego vivo
en el inconsciente colectivo
de un pueblo que dormido
olvidó que su destino
a sus manos pertenece.
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