Al fin la senda
llegó a donde ibas.
Engañados entretejidos
con sedas de alegrías
cierran los cuartos
que la realidad volvió oscuros.
Al fin tus ojos
ya no ven más que lo que desearon.
Tus hadas, tus duendes,
tus necesarias fantasías
son unicornios reales
que contra dragones, combaten
en el espejo negro
de un mañanero y frío café.
Tus manos
que no son tuyas,
tus pies
que no son tuyos,
tus medias
que no son guantes
se baten
sin cuartel ni resguardo.
El pasado
es aquello que se almacena
dónde caiga
en el presente.
A la deriva al vórtice vas,
feliz y sonriente,
de lograr estar volando.
llegó a donde ibas.
Engañados entretejidos
con sedas de alegrías
cierran los cuartos
que la realidad volvió oscuros.
Al fin tus ojos
ya no ven más que lo que desearon.
Tus hadas, tus duendes,
tus necesarias fantasías
son unicornios reales
que contra dragones, combaten
en el espejo negro
de un mañanero y frío café.
Tus manos
que no son tuyas,
tus pies
que no son tuyos,
tus medias
que no son guantes
se baten
sin cuartel ni resguardo.
El pasado
es aquello que se almacena
dónde caiga
en el presente.
A la deriva al vórtice vas,
feliz y sonriente,
de lograr estar volando.
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