Me contaron en la montaña que los hombres del valle no saben donde tienen el pubis, cuando les fui con el cuento a los del valle, encrespados me dijeron que los de la montaña no tienen idea donde tienen los pies, cuando volví a la montaña, los montañeses me preguntaron que habían dicho los del valle, y les conté lo que escuché. Enojados los montañeses pusieron en sus labios un sordo grito de guerra, y bajaron hacia el valle con palos, piedras, escudos y un montón de estruendosos epítetos aprendidos a fuerza de martillarse los dedos. Quisieron coger por sopresa a los del valle, pero estos de alguna manera estaban prevenidos, por lo que hubo una cruente guerra entre las partes donde no quedo montañés con pubis u hombres del valle con pies. La crueldad es algo terrible, la venganza es execrable, las habladurías generan tal incordio que dividen el corazón y oscurecen la mente clara. El chusmerío es aún peor, mucho peor aún, pero al menos si lo utilizas en contra de los crueles, vengativos y de todos aquellos que generan habladurías, puedes llegar a lograr ser dueño de una montaña llena de eunucos y de un valle repleto de muletas y sillas de ruedas, aún cuando te hayan cortado la lengua y con el único que puedas intercambiar ideas sea con vos mismo.
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