En tu toda omnipresencia
sigue abierta aún la herida
por donde sangra la inocencia
de quien te quitó la vida
y en tu rostro la paciencia
en el silencio, proferida
que a pesar de la dolencia
que en tu carne era parida
con el cuerpo aguantaste
lo que nadie aguantó antes
y tu alma entregaste
por salvar el alma errante
que aún da vueltas por el mundo
si tener destino fijo
que ante el padre fue iracundo
y por necio mató al hijo.
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