Entre tu y yo
había un río de distancia
tu en tu orilla
yo en la mía
calculábamos diferencias
comparábamos preferencias
y sonreíamos
sin saberlo
ante los mismos secretos
que la vida coquetona
al oído nos contaba.
Claro que al estar
yo de un lado
vos del otro
pocas veces vimos algo
de igual manera
y aunque fuera lo mismo
lo creíamos distinto.
Nos pasó lo mismo con el puente
que unía nuestras dos orillas
donde para mi comenzaba para vos terminaba
y lo que para vos era un primer paso
para mi era el último paso a dar.
Tal vez por eso sea que nunca pudimos
aprender y poder ponernos de acuerdo
porque yo vi las cosas con mis ojos
porque vos te paraste sobre tus pies
porque yo interpreté la música del viento
con mis errores, con mis virtudes
y vos interpretaste la música del viento
con tus virtudes, con tus errores.
Esta es mi piel quemándose al sol,
curtiéndose como cuero.
Esa es tu piel bajo el cuidado del árbol viejo,
blanqueandose a su sombra.
Pensar que del calor y del férreo rayo
más de una vez me refugié por descanso,
pensar que más de una vez te entregaste
con gozo al calor y al abrazo del rayo.
Nunca fuimos dos distintos
ni tampoco indiferentes
del tiempo aprendimos lo necio
y por necios quedamos ciegos.
Estamos en el otro frente,
que no es lo igual que estar enfrentados.
Claro que si esto
lo hubieramos entendido antes
hoy seríamos hermanos
y este río
no tendría orillas.
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