Es tan raro esperarlos sin saber que van a llegar, uno no sabe si poner o no la pava al fuego, si orear el living comedor, si perfumarse o no, si ponerse ropa holgada y acostumbrada o acartonada y ya emancipada. No sé si bajar o subir, si ir al súper o no, no vaya a ser cosa que al salir justo lleguen, o llamen por teléfono, o llegue el cartero con unas de esas cartas que si no estas ahí al momento que llegan, después tenés que ir al correo a buscarla; y así el asunto empieza de nuevo. No sé, es terrible esta espera consin sentido, ver pasar el tiempo en la luna llena del reloj y que a este no le importe si quiera la rutina con la que se repite día tras día, desgastando los mismos minutos. Y la ansiedad escatológica, y el exceptisismo opíparo, y el manerismo, maldito manerismo, ese que se cuela en las psicologías de la gente y todos lo usan como religión. Que ganas de salir corriendo, de liberar esta angustia que apreta, este candado invisible que separa a los que esperan de los que son esperados, de quienes guardan y almacenan de los que dan sin causas motivos ni consecuencias, este candado que nos hace pensar en quienes somos y por que lo hacemos. Esperar es menester y mientras tanto nada se hace, en la espera todo se transforma, todo lo que pasa, pasa adentro de uno que piensa, que ve el tiempo en revolución allá afuera y mientras tanto uno solo espera, espera paciente viendo la gota que cotidiana escapa de la cañería, se asoma desde el grifo y empieza a querer romper sus raíces para desligarse del gran río que la formó y la hizo, y lucha y se estira hasta deformarse y cae, cae fugaz desde la canilla hasta la bacha, tal vez la emoción no dure mucho, pero si fue la única pizca de libertad que siente en su vida, y uno se proyecta hacia la gota de agua, el por qué? no hay nada para hacer. Solo esperar, esperar paciente a que la gota se despegue y saltar sonriente al la gota deseprenderse y ser libre. Libre por siempre de los siempres de los siempres. Abrir las ventanas gritando ya no más ya no espero! No espero por vos ni por vos ni por vos ni por vos tampoco, ya nadie vino, pues que nadie venga y yo saldré, saldré a buscar a cada uno de los que vienen y les avisare que ya no vengan, que yo estoy yendo, salgo. Al fin me suelto de la canilla y salgo corriendo por las calles de la ciudad, con lo que tenga puesto, a la libertad no le importa nuestro atuendo.
Corro gritando que ya no espero, que esperar es para los viejos que solo por la parca viven. Soy libre! grito mientras corro hacia el horizonte y un cartero abúlico se lleva el cheque de la pensión al correo dejando en la puerta un aviso de entrega fallida.
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