Sigan callando su verdad, sigan callando y apretando a las palabras entre los dientes para que nadie se entere que es lo que hay adentro de cada uno. Sigan apretando los párpados para no ver lo que pasa afuera, para que no vean lo que pasa adentro. Sigan ocultos detrás del velo oscuro constituido por jirones de desamor, miedos, desconfianzas, con retazos de venganza y especulación, sigan sumergidos en su mundo de fantasía, donde la verdad está bien de la boca para afuera pero dentro de vuestras fauces es un monstruo que todo lo asesina, sigan con esa falsa moral, con esa falsas necesidades que a nadie importan, que a nadie sirven.
Este mundo del que tanto nos quejamos es el mismo que construimos día tras día, es el que logramos con nuestro silencio cobarde de no decir no, de no decir ya basta, de no decir bien! adelante!
Un mundo cobarde y silencioso que aplaude pacato y sin sonido, que grita en un suspiro, que amenaza con veinte abogados y tres portafolios llenos de dinero.
Este mundo no es el que yo quiero. Así que de alguna manera salgo a gritar al balcón, a la terraza, a la calle, a la plaza al parque, gritando el grito más fuerte y dolido salido del corazón del alma.
Estamos en el punto sin retorno y en nuestras manos apenas hay lugar para un sorbo de agua, para acunar a alguna esperanza o bien al menos, para creer que todavía podemos hacer algo de nosotros mismos.
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