Buenas tardes, le dijo ella
a lo que él muy cortesmente
saludó sonriente.
Buenas tardes, insistió ella
a lo que él nerviosamente
respondió moviendo sus ojos.
Buenas tardes, gritó ella
a lo que él muy imprudente
se retiró sin dar respuesta.
De haber sabido
que ella era sorda,
o que él era mudo,
tal vez ni una ni otro
se hubieran ofendido.
Por eso no esperes recibir del otro
lo que tu puedes darle
ya que el otro solo puede darte
no más que aquello que posee.
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