En la impertinente sombra de la líbido
donde los ángeles se visten sensuales
y con sus ánimos celestiales
erectan tus pensamientos y a tu carne abrasan,
el libertinaje posee tus deseos
y en la boca sientes la sed
de la saliva caliente de aquel ángel sonriente
que juega con tus impulsos más íntimos y primitivos,
dejan caer sus ropas, muestran su cuerpo desnudo
sus largas y suaves cabrías piernas,
que te apresan y quedas atrapado entre ellas
un poco en la vigilia, un poco en la certeza
de saber que estás jugado
y que de un segundo depende del mundo
mas el hervor de la sangre, empaña tu visión clara
y te rindes y caes a los pies de la tentación
y te juegas sin saber el juego ni ver tus cartas,
impulsivo, fanático, ignorante no sabías
que esta era la última mano
que te tocaba en gracia.
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