De la infinita colina
bajando a caballo
los viejos hidalgos
que la historia trazaron
con sus sables y bravura
siempre prestos a la lucha
nunca al miedo se entregaron
por sus tierras dejaron
su amor propio de lado
pues en sus corazones
el amor que brillaba
era por esos pagos
donde fueron paridos
crecidos y se alimentados.
De la infinita y anciana colina
bajan cabalgando
valientes y gallardos
las siluetas fantasmas
de aquellos que luchar supieron
y que hoy vuelven a sus casas
aunque siglos de tierra tengan
sobre su pecho, bajo la espalda.
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