Suenan las fanfarrias,
desplieganse los estandartes
las milicias preparan sus armas,
los generales pavonean sus artes
bajan en tromba pomposa
al llano desde la colina
la armada infantería
con brava valentía.
Diana sonríe en su Olimpo olvidado.
El campo de batalla está abierto
los hombres se cruzan en el medio
se escucha el golpear de las espadas
contra los férreos escudos. La caballería avanza,
vibra el suelo bajo los cascos equinos
se escucha el sonido de gritos aguerridos
se tiñe la tierra de bordó sangre
hambrienta la muerte, se lleva su parte.
Diana sonríe en su Olimpo olvidado.
Son muchos los muertos, aún más los heridos,
se escucha en el cielo de las saetas, los silbidos
caen imparciales sobre las masas de carne
que en tierra disputan las tropelías de sus gobernantes.
Los generales y sus comandantes esperan
que el sol al fin caiga y haya un toque de queda
y puedan reveer con cuantos soldados
al fin de la lucha, les queden a cuenta.
No hay quien se rinda ante el enemigo
la guerra se lucha hasta el último suspiro
son bestias crueles a las que nada importa
asesinas de esposos, de padres e hijos.
Diana sonríe en su Olimpo olvidado.
A los que ganen darán varios premios
serán coronados cual nobles caballeros
tendrán en su haber ganado y tierras
pero también tendrán de mil familias, su pena.
No hay quien se niegue a la pugna
es por ego y mentiras la impía lucha
ignorante es el hombre que a la fuerza recurre
sea cual sea el mal que lo ocupe.
Es algo que el hombre nunca aprende
no tiene razón quien grita más fuerte
ni tampoco gana quien mata más gente
esto es algo que el hombre nunca entiende.
Diana sonríe en su Olimpo olvidado
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