Comenzaron como amigos
con fuertes abrazos
y promesas sin sentido
pero les creímos
por lo que abrimos la puerta
y los invitamos a pasar
hablamos de nuestras necesidades
y se mostraron comprensivos
amistosos, deseosos por buscar
una solución honesta
a los problemas que aquejan
y les creímos
y los invitamos a cenar
y les dimos lo que pudimos
lo que teníamos, lo que había
y llenaron tanto sus barrigas
que al terminar aflojáronse el cinto
y se recostaron sobre el asiento
y eructaron satisfechos
e hicimos sobremesa
donde sutilmente,
nos tiraron de la lengua
y conocieron nuestro descontento
nuestros conflictos, nuestras internas
nuestra parte flaca, nuestras miserias
y nos repitieron buenas promesas
hablaron de compartir, de repartir,
de libertad, de igualdad, de educación,
mientras pedían perdón
tras cada eructo, tras cada flato
que se echaban sin tapujo y a destajo...
y no nos dimos cuenta de algo raro
que cuando brindaron dijeron chin chin
pero nunca jamás rezaron salud.
Igualmente los invitamos a dormir
les dimos techo, y algunas cobijas,
no teníamos dinero
para tapar las goteras del techo
por lo que con nuestro mayor esfuerzo
hicimos lo imposible para que ellos
se sintiesen igual o mejor
que en su propia casa.
Antes de dormir nos miraron
me posaron una mano sobre el hombro
y contemplaron con una sonrisa
uno por uno a cada miembro de la familia,
nos dieron un guiño, una palmada
nos prometieron ya basta.
Esa noche fuimos felices
aunque dormimos amontonados
unos sobre otros, fuimos felices,
creíamos en ellos, creíamos en nosotros,
el paraíso es un algo perfecto
que sólo se logra con esfuerzo,
y nosotros estábamos dispuestos.
Se fueron por la mañana
recordándonos cada una de sus promesas
que ilusos nos creímos
por lo que cumplimos nuestra parte
desparramamos por todos lados
la promesa de abdicación a nuestras necesidades
y por creerles a ellos los demás nos creyeron
y cumplieron también su parte
se dividieron y se multiplicaron
con la promesa del verbo en pos del hecho
y todos creímos.
Pero llegó el momento del juicio
llegó al fin el momento de hacer
y su primer hecho fue maldecirnos
usar nuestras vergüenzas
para multiplicarse y dividirnos
destruyeron así nuestras casas
empobrecieron nuestros municipios
nos desterraron de allí
donde nacimos y crecimos.
Y se rieron,
y jugaron con ese poder
que nosotros le habíamos dado
y nos hundieron, nos violaron,
mataron con indigencia
a nuestros ancianos
a nuestros hijos
pisotearon las raíces
de nuestra fe
de nuestra esperanza
se cagaron en nuestra ilusión
diezmaron nuestra confianza
y cuando quisimos decir algo
nos atacaron con las fuerzas armadas
y nos dieron de a palos
y nos torturaron
y nos prometieron que si callábamos
no nos pasaría nada malo
y nos callamos
y a pesar de eso
cosas malas seguían pasando.
No queremos más violencia,
no queremos más golpes
hemos sufrido mucho
en manos de esos que se corrompen
queremos una vida en paz
con trabajo para todos,
con orgullo soberano,
con hijos educados
y salud a los ancianos.
Cada voto que les damos
es una invitación a nuestras casas
para que entren y conozcan
nuestras beldades y miserias,
cada voto que les damos
es una última esperanza
que ponemos mientras rogamos
que por favor, ya no se aprovechen
y ya no roben, ni nos maten,
ni nos usen, ni nos mientan.
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