jueves, noviembre 27, 2008

La violenta paz -- Fragmento de Santos y Demonios.

(...) -No soy partícipe del ojo por ojo, más bien me inclino hacia la otra mejilla, pero hay quienes abusan de esto, y te golpean una y otra vez, sin importar cuanto te lastimen. Podés ver en sus miradas un brillo de sadismo descomunal que espanta. La adrenalina que esto les causa es tal, que hay veces que a cada golpe que dan se escuchan los huesos de sus manos romperse en mil pedazos y no sienten dolor alguno, la sangre que mana de sus heridas se mezcla con la de uno y a pesar de la repulsión que esto causa, los muy perros sonríen extasiados por el morbo que llevan encima.
Por lo tanto, hay veces que justo un momento antes del tercer golpe, me vuelvo más aguerrido que ellos, más salvaje, más sádico e incurable, más bestial que cualquier bestia. Y no digo que ésta sea la manera correcta, la verdad, que al menos para mí, es la forma en que se debe actuar. Es una cuestión de supervivencia... cómo puede predominar el bien en el mundo si al malvado no se lo quita del medio? Los primeros pasos deben ser por la no violencia, por la tolerancia, por la paciencia. No todos estamos cortados con la misma tijera por lo que debemos hacer el esfuerzo de entender lo inentendible. Dar la mano y ayudar a tu enemigo, no es un acto de bondad, es un acto de fe, de buscar el cambio tanto en el otro como en nosotros mismos.
Pero el violento que no entiende con amor, por lástima entiende con violencia, y a veces, uno debe ser el músculo que ejerce la presión sobre aquel que ni con amor o paciencia entiende. Aunque claro, para esto, uno debe tener sumo cuidado de no caer en el salvajismo porque sí, uno debe entender que a veces el violento es violento en consecuencia de las causas que nosotros mismos le causamos. A veces el violento es violento porque nuestra paciencia es violencia contra él, a veces uno no golpea con los puños, pero sí con actitudes, palabras, formas y maneras. La violencia pasiva es mucho más terrible que la activa, porque socava, es una paz hiriente y solapada. Esa inacción que oculta tanta maldad irrita a cualquiera y ese cualquiera puede ser nuestro mejor amigo, y por nuestra culpa lo transformaremos, pasivamente, en nuestro más cruento enemigo.
Hay que tener cuidado antes de caer en la violencia, ser plenamente conciente, con hechos, que uno no es el causante de la violencia que se ha generado.
Muchas veces hacer un mea culpa, notar la responsabilidad que uno tiene en la violencia ajena, nos hace entender que antes que golpear la mejilla de quien nos ha golpeado anteriormente ambas mejillas, es necesario hacer un cambio en nuestros modos, palabras, formas y maneras. Antes de actuar sobre el otro es fundamental accionar sobre uno mismo. Siempre debes buscar todos los caminos posibles que lleven a la resolución de los problemas por medio de la no violencia. Cuando sientas que no hay más caminos que puedas buscar, busca aún más caminos con más ahinco, siempre hay una forma de solucionar las cosas.
Aunque si ya no existe modo de lograr la paz de forma pacífica... reacciona, yerguete, sé más demonio que los demonios a los que te enfrentes, se más salvaje que los salvajes que te apresen, no tengas piedad con tu enemigo. Si es imposible convertir la enemistad en amistad, si es imposible lograr paz entre las partes, jugate a todo, a matar o morir, sabiendo que si quitas a tu enemigo del camino hacia la paz, ésta será posible, al igual, que si tu enemigo te elimina a ti, la paz, también será lograda.
Recuerda que la paz no es la que tu crees, la paz es la que tu creas con amor, comprensión y paciencia.- (...)

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