Ya nadie mira para adentro
maravillados con las bellezas de afuera
ya no se maravillan con nuestras bellezas,
de tanto ver la magia que los rodea
se han acostumbrado y a lo propio desprecian.
Causa tristeza verlos fascinados
abandonando lo que tienen por un sueño que es ajeno,
y a sus ojos ciega… y por ciegos y por necios,
a los propios sueños olvidados dejan.
Lo que más duele es la impericia con la que se manejan
pues no es mera curiosidad lo que los lleva
es más bien una oscura y necia ambición
que ha quitado a su corazón esa dulce humildad
que iluminaba su razón y a su alma daba redención.
Embelezados y cautivos, han comprado espejismos
siguen como sigue el burro, de memoria su camino,
embobados y perdidos por eso que tiene el vecino
cuando lo nuestro tiene todo, por algo fue que lo elegimos.
Así aplastan al amor, a las raíces, y al romance
cosas que son importantes y olvidamos al crecer
es que de tanto mirar lo que afuera pasa
dejan caer su propia casa.
Es como el que se desvive por la moda
mas su cuerpo le incomoda
de lo foráneo hace un templo
y a su alma, desaloja.
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