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con mi estúpida rebeldía
mi yo llanero
desenfunda palabras que no debería.
Mi ego
(que siempre conspira)
aliado esta vez a la rebeldía
se llena de peros
y señala
y culpa
y aja y desluce
todo lo que brilla
por si solo
que a nadie importa
si es luz, espejo u oro.
Envalentonado
con todos los pro y sus contra,
se yergue como nadie
sobre sus pies de plomo
que en la soberbia se estancan
y hunden
y levanta el índice
y baja el pulgar
y exclama su sentencia final
sobre aquello que mi yo llanero
quería remediar.
"...No hay remedio para la rebeldía,
ni hay remedio para el ego,
nunca importa qué se diga...
-se repite a sí mismo el llanero-
...los que valen son los hechos
pues con ellos cambia un mundo...
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