Yin Yin - Foto: E. Newbery |
que se ha devorado los pinceles
con los que con tanto amor pinté
infinitos atardeceres.
Bendita luz del alba que se cuela
a través de las redecillas de las cortinas viejas
y sobre las baldosas del frío piso
haciendo sombras, bendita juega.
Bendito aire que respiro
que me recuerda de estar vivo
el para qué y por quienes
hasta aquí yo he venido.
Bendito el miedo que demuestra
que la muerte siempre acecha
y que luchar contra ella
no vale en nada una pena.
Bendito sos,
bendito soy,
bendito día,
nada en mí tanto vibra
como el amor que tengo
y comparto con vos en esta vida.
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