Imagen extraída del Pinterest de Annie Kershner |
mitad pájaro, mitad mujer;
y entre sus encantos
la belleza del canto
las volvía irresistibles
y atraían a quienes las oyeran
y con ellos se alimentaban
y vivían así, un día más.
Y las sirenas eran
mitad pájaro, mitad mujer;
y sobre los peñascos rocosos
golpeados por el mar
se apostaban y esperaban
a que el hado trajera
lo que a ellas perteneciera.
Y las sirenas eran
mitad pájaro, mitad mujer;
y a orillas del ponto hallé
(por esas cosas del destino)
a una mujer sufriente
que en una mitad era pez;
que en una mitad era pez;
que no poseía encanto alguno
y aullaba desafinada en cada nota
y aullaba desafinada en cada nota
como si estuviera muriendo.
Preso en mi condición compasiva
me acerqué a socorrerla
y por supuesto, morí.
y por supuesto, morí.
No responsabilizo al destino de mi muerte
ni culpo a mi suerte, o a la ignorancia de no distinguir
la diferencia entre sirenas antiguas
de sirenas medievales...
de sirenas medievales...
Mi intención no es advertirle al caminante
que fije su mirada antes que la huella,
ni que no socorra a quien aúlla.
Camine caminante todos los caminos
a veces las cosas están en manos del destino,
si en un recodo encuentra sombra,
si en un recodo encuentra sombra,
si es su sombra,
allí lo encontraré descansando,
allí lo encontraré descansando,
y le contaré cómo y qué me anda pasando
y también por dónde es que yo ando.
Si es mi sombra, le ruego, no se detenga
puesto que si ando de malas
es posible que perezca.
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