enciende las luces de paseanderas nubes
que prometen echar sobre la contaminada tierra
una audaz lluvia ácida también pasajera.
El espacio existente entre nube y nube
lo aprovechan las bellas estrellas
que coquetas brillan eternas
en un intangible y profundo azul.
Las terrazas de los grises edificios dormidos
parecen hacerle cosquillas al viento
que se cuela entre las ramas frondosas
de árboles cancerosos pero orgullosos
de mantenerse en pie, aún cuando invisible
es todo aquello que está en su contra.
No hay porqués, pero a veces, la calma se vuelva borrasca
las brisas que acarician son vientos que golpean
la lluvia que da vida, inunda y asesina,
los rayos que iluminan también matan y calcinan.
Cuando todo se da vuelta y queda patas para arriba
sé fuerte como el árbol. Y como la luna y las estrellas,
seguí brillando, aún cuando todo se esté nublando.
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