Desperté
abrí mis ojos y por vez primera vi
entendí a las sombras como luces
a los grises cual colores
y encontré en cada porqué
un sin fin de alternativas
y creí, y fui capaz de discernir
entre realidad y concepto
entre espacio y tiempo
entre ser y parecer
entre creer y saber
que aquello que uno siente
no es, simplemente una creencia.
No estoy solo,
esos ojos no juzgan
esas manos no castigan
esos labios no sentencian;
todo lo contrario
aprecian, acarician y besan,
respectivamente
y me postré sobre mis rodillas
y lloré como un hombre
potente, como una espada afilada.
Comprendí que los fantasmas
que te aterran
son las almas de aquellos
que no podemos
quitar de nuestra espalda,
perdoné cada uno de mis pecados
corté todos los candados
y llegué a hoy siendo quien soy
sin prisas, ni demoras.
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