Cayeron las hojas y los copos de nieve
se desparramó el polen y la vida en todos lados
se despertaron las quimeras y conquistaron la utopía
a los canallas les dieron en las canillas y se cerró
toda oportunidad de que vuelvan a sus antiguos lugares
la vida sonrió divertida aunque le dolía la cabeza
los que estuvieron adentro pudieron salir afuera
y los de afuera encontraron la ventana para pasar a otros planos
llegó el renacimiento de la verdad y al fin no fue dudosa en la mentira
hubo humor, del bueno, del sano, del que ríe y no ofende ni fastidia
porque nadie es menos que nadie, ni nadie mejor que nadie.
De pronto no importó qué tiene el que tiene,
si no que importaba darle al que necesitaba
y entre todos formar un grupo de distintos
que creían diferente, que actuaban como sabían,
que amaban como podían, y que respetaban
a todo y a todos por igual,
Fueron pacientes ante la tolerancia
y descubrieron que las palabras cambian
como el tiempo, como las personas, como la vida,
entonces no se le dio más importancia a nada
y se ponderó lo importante. Amar y vivir.
Se abrió la puerta a la libertad y siendo libre
se evaneció en su propia epifanía
se abrió el corazón a la felicidad
y esta pudo elegir todos sus colores
y cada quien eligió el color de la felicidad que quería
y otros ni siquiera escogieron un color
y se quedaron grises, y felices.
Y todos compartieron el pan, la cama, la mesa
se desearon salud y se dijeron buenos días
fueron empáticos y hablaron cuando quisieron
sin temor a represalias, ni censuras.
Hubo un día que todavía no pasó
pero que está cerca, muy cerca;
solo tenemos que ir a su encuentro.
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