sus tiempos y mis destiempos se cruzaron por vez primera
en la esquina de una calle sin nombre
y una avenida transitada en demasía
él me sonrío como sonríen los hombres justos
yo le sonreí como pude
lo tomé de la mano y lo llevé por todos lados
había en los balcones margaritas que aclamaban y reían
y en los dinteles de las ventanas las palomas zoreaban
hubo perros mansos y ladradores
gatos indiferentes y otros que atentos miraban a los dinteles moviendo sus colas
hubo faroles encendidos
y un viento frío que nos obligó a abrazarnos y caminar apretados.
No había nadie más que él y yo
tal vez porque escogimos caminar por la calle sin nombre
tal vez porque a veces el amor
te vuelve ciego al alrededor
y nada de lo que existe importa.
¡Qué desdicha Jackellpott!
Ahora la realidad me invade y mi mundo de ensueños ha muerto,
dime Jack, qué haré con mi jardín de ratones sueltos
qué haré con los aromas de las flores que se abrieron
que haré con mi mano llena de tu mano y nuestra huella haciendo camino.
¡Qué desdicha Jackellpott!
Nunca imaginé que el acantilado apareciera
precipitado
tanto antes del atardecer
y del horizonte.
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