Ante tí me arrodillo puesto que eres el rey de los cielos, de las tierras y los infiernos
ante tí tiemblo sin miedo, vulnerable, desnudo, sin dudas;
sumiso y empático reconozo y abogo por tu sacrificio y te pido
tener la fuerza necesaria para afrentar a la bestia que pudo enfrentarte y supervivir
encontrar el valor necesario para ser yo mismo en la tormenta
alcanzar a la justa sabiduría, y al escuchar su lengua bífida,
sereno poder discernir la palabra dicha con maldad de la dicha con justicia.
Ante tí me arrodillo, pío entre los píos, y te pido
que sea tu ley y yo tu instrumento
que sea tu verbo y yo tu hecho
y que se logre tu voluntad
acá en la tierra como en el cielo.
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