¿Así que hija piensas
sientes, crees que esa tristeza que te inunda
es tan profunda que viene creciendo del mismo infierno?
¿Es acaso posible que exista
tanto dolor en las tripas de tu cuerpo?
No deberías estar poseída, ni dentro tuyo cultivar tanto invierno,
de qué sirve el ir solitario llorando sin rumbo ensalmos buscando.
¿No has oído la palabra del que todo lo sabe y a quien quiera acompaña?
No estás sola hija, no abandones, no renuncies,
un regalo es del cielo lo que sea que te crezca adentro,
ven conmigo, acéptate única y preciada a los pies del que todo lo es,
en su misericordia jamás permitiría
que la miseria sardónica de tí se ría.
¿Y qué si sí?
Si así se ha escrito,
será así.
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