Es cierto que mi vergüenza no me deja mirarte la cara,
y que vergonzante no saco la mirada del piso
que pisan tus lindos pies dejando huella,
es cierto que mirarte directo a los ojos
solo alimenta la culpa que traigo encima
de ser quien soy, de hacer lo que hago,
aunque es mi decisión ser esto que tanto me avergüenza
es mi sueño ser tu principe de ensueños.
Las posibilidades que me dio la vida
me hicieron transitar por estos caminos,
caminos inundados de misterios y mentiras,
plagados de orines y zurruscos de gentes
que no tienen honores ni tapujos,
de personas que perdieron su senda
y se abrieron paso entre la selva
a fuerza de aplastar, matar y enfermar
a sus propios hermanos.
Es cierto que traigo vergüenza del legado heredado
y que al mirar tu piel, tus rasgos, tus usos y costumbres
me remonto en la historia y muero al ver a mis antepasados
asfixiando a los tuyos, diezmándolos, atormentándoles el espíritu
acallando sus creencias, moliendo sus culturas, transformando sus escencias,
volviéndolos unos contra otros para que entre ellos se desvanezcan
y no puedo si quiera mirar el suelo que piso, que pisás,
que antes de todo era tuyo, de tu gente, de esos humanos
que fueron corridos a fuerza de hierro y bastardas estrategias,
que fueron manipulados con engaños y falsas promesas,
que fueron secuestrados, torturados, asesinados
por unas piedras que brillan y un puñado de tierra.
No puedo mirarte a los ojos sin sentirme con vos en deuda
porque a pesar de respetarte, de no discriminarte, y de ser para mi un par
no puedo olvidar esa maldad con la que mi pasado trató a tu pasado
no puedo dejar de lado el sentimiento culposo que me recorre por dentro
no puedo pedirte perdón por todos tus tiempos asesinados,
por la sangre desparramada, por el llanto de tantos.
Es cierto que no puedo siquiera mirarte a la cara
ni puedo pedirte perdón, ni tampoco puedo volver atrás el tiempo,
por eso espero que puedas entenderme
y que sepas el porque, que cada vez que te veo
a pesar de amarte con el alma a pleno
no puedo regalarte una mirada
una caricia, o tímidamente
entregarme en un beso.
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