Se miran silenciosos
hay tensión en el ambiente,
la vida de cada uno depende
del que el otro tiene enfrente
El sudor les baña el cuerpo
es mucho el miedo que tienen
les tiembla hasta el pulso
es cuestión de vida o muerte
Piden al croupier las cartas,
silenciosos ruegan buena suerte
esperan que la caricia del azar
les dé una mano caliente.
Llegan las cartas a su manos
en su mirar no hay nada diferente
esconden su estrategia
no se les nota lo que piensan o sienten.
Abren la mesa con la apuesta base
el público está expectante, silente
orejean las cartas que les ha tocado
ganar o perder será según jueguen.
Se miran, se encuentran, se buscan,
uno pide dos, el otro pide tres
se miran, se encuentran, se buscan
dentro de sus bocas apretan los dientes
Apuesta uno, el otro la sube, se miran
no hay duda que es un juego de valientes,
apuesta el otro, el uno, al fin lo acepta,
llegó la hora de saber lo que tienen.
Es tanta la tensión en la sala
que podría cortarse el aire con un escarbadientes
el uno baja tres ases negros y dos reinas rojas
el otro baja al rey de pica y los cuatro sietes.
La multitud del silencio al griterio
en tan solo esa mano enloquece
en un segundo cambió el mundo
para al que le sonrió la buena suerte.
hay tensión en el ambiente,
la vida de cada uno depende
del que el otro tiene enfrente
El sudor les baña el cuerpo
es mucho el miedo que tienen
les tiembla hasta el pulso
es cuestión de vida o muerte
Piden al croupier las cartas,
silenciosos ruegan buena suerte
esperan que la caricia del azar
les dé una mano caliente.
Llegan las cartas a su manos
en su mirar no hay nada diferente
esconden su estrategia
no se les nota lo que piensan o sienten.
Abren la mesa con la apuesta base
el público está expectante, silente
orejean las cartas que les ha tocado
ganar o perder será según jueguen.
Se miran, se encuentran, se buscan,
uno pide dos, el otro pide tres
se miran, se encuentran, se buscan
dentro de sus bocas apretan los dientes
Apuesta uno, el otro la sube, se miran
no hay duda que es un juego de valientes,
apuesta el otro, el uno, al fin lo acepta,
llegó la hora de saber lo que tienen.
Es tanta la tensión en la sala
que podría cortarse el aire con un escarbadientes
el uno baja tres ases negros y dos reinas rojas
el otro baja al rey de pica y los cuatro sietes.
La multitud del silencio al griterio
en tan solo esa mano enloquece
en un segundo cambió el mundo
para al que le sonrió la buena suerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario