No cabía duda que José era un tipo íntegro, sincero y de pocas palabras, pero al abrir la boca todo se volvía un caos. Muchos de los que lo conocían temían al contarle alguna andanza, no porque José fuera una de esas personas que juzga como loco sin ningún tipo de problema, si no más bien, que el tipo era tan sincero y real, que al decirte algo, te dejaba patitieso.
Una vez el loco Sanchez entró al café, se sentó frente a él y lo mandó a la mierda. José lo miraba, no se le movía un solo músculo de la cara, solamente lo miraba, con sus ojos redondos y penetrantes, con una mueca en la boca que denotaba una sonrisa encontrada en el actuar del loco.
-Estás mejor ahora que me mandaste a la mierda?- Sanchez se sorprendió.
-La verdad que no, de hecho no sabés las ganas que tengo de cagarte a trompadas.- esbozó desafiante.
-Hacelo, te vas a sentir más boludo de lo que te sentís ahora.- José le acercó el mentón para que el otro lo siente de un cross. El loco golpeó la mesa con las dos palmas de sus manos abiertas y se fue gritando por la puerta del café ciento un mil puteadas distintas a favor y en contra de Dios y María Santísima.
-Qué pasó? - le preguntó el mozo a José.
-Le dije que antes de meter las manos donde no debía se toque las bolas primero.-
-Y qué pasó?-
-No me hizo caso.- sorbió el último trago de café y salió a la calle tan tranquilo como siempre, le compró el diario vespertino a un canillita que andaba a los gritos, levantó la mano, paró un taxi y se fue a la costanera a ver como la gente paseaba, tomaba sol, corría y todas esas cosas. Al llegar se sentó en un banco con vista al horizonte, se calzó las gafas oscuras para que el sol no lo deslumbre y comenzó a hojear el diario. De vez en cuando se distraía por la risa de algún niño o por el firme taconeo de alguna abultada señorita decididamente segura de sí misma.
Al dar las tres de la tarde, un hombre de gris se sentó a su lado, comió una manzana se limpió con una servilleta la boca y la dejó en el banco al lado de José. Acto seguido se puso de pie y se fue.
-Señor, se ha olvidado este papel.- el hombre de gris se dio media vuelta y lo miró a los ojos.
-Vos sos José?- José se lo quedó mirando seriamente. No sabía si contestar o no.
-Quién pregunta?-
-El loco Sanchez... - dijo -... me pidió que te diera esto.- sacó de la cintura una pistola y disparó tres tiros en su pecho y tan solo uno en su cabeza. Los estruendosos disparos se hicieron escuchar en todos lados, por lo que la mayoría de la gente que allí estaba quedó sorprendida, semejante sorpresa los hacía no entender que había sucedido, si los hechos eran de verdad o si se filmaba una cámara oculta o alguna de esas cosas. Así como apareció el hombre de gris, también desapareció, sin mirar atrás, sin huella ni rastro.
Al llegar los peritos policíacos no pudieron sacar nada en claro, algunos dijeron que el asesino no era hombre si no mujer, otros que vestía de playa, otros que iba de sport con zapatillas y sin medias, otros hablaron de un robo, de forcejeos, de gritos y corridas, lo cierto es que había tantas historias como testigos, casi ninguna concordaba con otra.
Las únicas pista reales, eran las cuatro balas y la servilleta que aún seguía atrapada en la mano de José, todo lo demás era un misterio. El cordón policial rodeaba a José hasta que al final llegó el carro fúnebre y sin más lo metieron allí adentro y de ahí derechito a la morgue para que lo vea el médico forence.
Al día siguiente dicho episodio fue tapa en todos los diarios, el mozo al ver a José en primera plana, llamó de inmediato a la policía, contó lo que sucedió en el bar y dio el nombre de Sanchez como posible pergeneador del asesinato. Por burocracia, no por más, tardaron una semana en llegar al paradero del loco Sanchez, al entrar en su casa un grupo comando de la policía, lo encontraron colgando del cuello con una carta explicando el por qué de su suicidio, confesando su complicidad en el asesinato de José, y pidiendo perdón a todos los santos evangelios por pagarle a un asesino para que cumpla tal atrocidad.
Nunca se encontró el arma asesina, ni tampoco se supo quien fue el que tiró del gatillo. Lo que si se supo fue quien señaló y esclareció através de su declaración el insólito caso. Se publicó en todos los matutinos y vespertinos la foto del mozo, lo entrevistaron todos los medios, durante una semana fue el eje central de las noticias del país.
La semana entrante el mozo volvió a ser primera plana, cuando lo encontraron asesinado, pero a éste lo tirotearon dentro del bar en un robo cometido durante la noche. Le dieron tres balazos en el pecho y uno en la cabeza, tal vez un golpe mafioso, una firma, tal vez una revancha, un simple robo o mera casualidad, que a la hora que los peritos llegaron al bar, encontraron al mozo muerto con una servilleta en la mano con olor a manzana.
Quién sabe... si los periodistas no hubiesen dado a conocer las identidades de los implicados, o si el mozo no hubiera abierto la boca, o si el loco Sanchez en vez de colgarse se hubiese tocado las bolas, o si el mismísimo José no hubiese sido como era, en este momento la ciudad no estaría de luto, los diarios e informativos buscarían nuevas noticias y vos, seguramente, estarías leyendo otro cuento.
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