viernes, diciembre 26, 2008

Ostracismo -- Poesía

Me he encerrado a mí mismo
usando el oscuro y silencioso candado
que prohibe el paso taciturno
de los que caminan sin rumbo
y golpean las puertas sin esperanzas
que alguien conteste del otro lado.

He ocultado al indiscreto cristal
tras un velo de silencio opaco
alejando la inescrupulosa mirada
de la luna franca, del bestial sol;
y en la negrura de las sombras
me acurruco ante la culpa
que me señala con cizaña.

He tapado mi boca con aire,
cerrado mis ojos con pasado,
cortado mis venas con plumas
libertado a mi alma de su propio arte
y la dejé escapar, para ocultarme,
para enterrarme bajo tierra
y de todo aquello, liberarme.

No encontré mi identidad
cuando la soledad me golpeaba,
no encontré el sosiego
mientras la paz me atormentaba,
no encontré la razón
pues no encontré nunca jamás
al arte ni a mi alma
Ni siquiera encontré un vestigio
de algo que quedara de mí mismo.

Entiendo que no hay
ni adentros ni afueras
entiendo que no hay ley
que justifique tal condena
entiendo que para salir
hay que creer en el afuera
entiendo que para entrar
tuve que estar, al menos una vez,
afuera.

Busco la llave del candado
el cordel de la cortina
el ojo que espía
del sol y la luna la caricia
mas me he envuelto en tanto silencio
que ni escucho lo que siento

Truena en mi mente esa voz
que me culpa por esos tiempos,
en que las decisiones se hicieron hechos
y me transformé en una pila
de pelos muertos y mudos huesos.

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