En la extrema madrugada
donde nunca pasa nada
el estrepitoso grito
da por comenzado el rito.
La cuchilla ensangrentada,
luz lunar embarazada,
sobre el frío monolito
el destino ya está escrito.
Es el hombre quien querella
y al árbol tala con sierra
y al desnudo pone prenda.
Se enfurecen las estrellas
con lo que pasa en la tierra,
es para ellas tal ofrenda.
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