Hundido
tal vez en lo más profundo de mí mismo,
con el espíritu desbaratado
y los lagrimales cargados
de tristeza y decepción;
con las fuerzas flacas,
el desgano, la fatiga,
la ceguera de un futuro
que a pesar de estar cercano
pareciera ignorarnos
como si fueramos
un vil desconocido.
Hundido
tal vez en lo más oscuro de mí mismo,
siento reconocerme en mi propia sombra
y me siento,
silencioso, meditabundo,
a contemplar al ser que soy,
mientras dejo que todos mis demonios vuelen
y alimenten la carroña
y me hieran donde duele
y llenen de fantasmas los rincones
y me vuelvan débil, indefenso,
hasta caer al suelo casi rendido
y entierro el rostro entre mis manos
y saco fuerzas
desde mi luz más interna
para volver a ponerme de pie
y regenerarme entre
hechos, logros y esperanzas.
Hundido
solo hay un camino
y en ese camino voy
hacia lo más perfecto de mi.
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