En la turbia noche
los árboles son mecidos
por el continuo ulular del viento
que deja tronar su aullido
doloso para esa luna
que lo dejó varado en tierra
antes que el sol
por el horizonte saliera.
Aúlla triste y solitario
pues su corazón ermitaño
aún no encuentra su nido
no hay donde posar sus largos brazos
ni donde dejar su luengas piernas
que a todos lados llegan
y ningún rincón llenan.
El triste viento ulula
su canción de primavera vieja
perdido en la sin razón del amor
por ser un día abandonado
por aquella que lo hubo amado
y desecholo por el sol
que desde que antes que asomara
con displicencia y desatino
en la distancia, la despreciaba
y ella en soledad lloraba
sintiendo rota el alma
y por la vida ser, engañada.
Por esto es que el viento al sol
su fulgor llena de olvido
y desparrama su calor
volviéndolo un soplo frío
guárdale cierto recelo
a ese sol maledicente
que le dijo no al amor
y se quedó solo en su ego
brillando en lo más alto
del eterno e infinito cielo.
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