Donde se cuecen las habas
nadie reparte cartas
el azufrino aroma se respira
y es posible con una cuchara
levantar los pedazos de conciencia
que algunos sinvergüenzas
dejaron caer lo más campantes.
Dicen ser amantes de la verdad
y muchos, deseosos de las luces,
salen de lo oscuro con negras gafas
(ya que sus ojos pergeñadores de sombras
son incapaces de soportar la claridad)
y gritan, (pues sus lenguas deben
acallar las voces de agonía
de aquello que está muriéndoles dentro)
y obligan y corrompen y olvidan
el por qué un día,
quisieron organizar una olla popular
y repartir a todos
una porción de futuro.
Donde se cuecen habas
ya se repartieron todas las cartas.
nadie reparte cartas
el azufrino aroma se respira
y es posible con una cuchara
levantar los pedazos de conciencia
que algunos sinvergüenzas
dejaron caer lo más campantes.
Dicen ser amantes de la verdad
y muchos, deseosos de las luces,
salen de lo oscuro con negras gafas
(ya que sus ojos pergeñadores de sombras
son incapaces de soportar la claridad)
y gritan, (pues sus lenguas deben
acallar las voces de agonía
de aquello que está muriéndoles dentro)
y obligan y corrompen y olvidan
el por qué un día,
quisieron organizar una olla popular
y repartir a todos
una porción de futuro.
Donde se cuecen habas
ya se repartieron todas las cartas.
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