Lamen el horizonte
enfiestando al cielo
con los colores
que mejor las pinta
dan vida al camino
con su caricia deliciosa
van pasando silenciosas
con la gracia
de una manada de gacelas
tan etereas son
tan puras, tan perfectas,
que en su caótica existencia
unas con otras parecieran
danzar delicadas
entre esto y aquello,
ese eterno juego
que juega el destino.
De donde vengamos
y hacia donde vayamos
a pesar de esto
de eso y aquello
siempre en lo alto
habrá una al menos
que con su sombra
nos acobija.
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