Donde solo habitan las sombras
el lívido rostro de Lucrecia, asoma
sus cabellos negros enmarcan su rostro
mojados como el día de su despedida
su vestido oscuro traslucía su blanco cuerpo
donde faltaba la carne y sobraban los huesos
decían algunos que se la llevó la suerte
aseguraban otros que fue por despecho su muerte
como era hija de nadie, no se ahondó en demasía
en la extraña manera que fallecido había
Se dijo que el viejo Herrón
primo hermano del comisario
bajo las uñas guardaba la culpa
y la última súplica de ella
se dice que supieron ser amigos
amigos de media y pie
pero habladurías de pueblo eran
meras suposiciones
de viejas chusmetas
necesitadas de culebrones.
El ánima de ella
le da vueltas al cementerio
señalando al vacío
intentando encontrar al asesino
quien hundió su cabeza en el rio
hasta quitarle el último suspiro.
Dicen que se aparece
en las noches de luna blanca
que tras de ti se para
y al oído decirte trata
que te cuides del camino
y del que desde tu espalda
promete su amistad
sin fin de lucro y con puñal.
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