trepó por las paredes hasta el cielo raso de maderas
al que devoró apasionado, repleto de gula e ira
el piso de arriba se abrió por completo
y mirar desde ese abismo hacia abajo
era recrear las vistas del Dante al despedirse
de los tormentos de aquellos que no coinciden
con los conceptos regentes sobre el bien y el mal.
De a poco las paredes comenzaron a arder
con la misma pasión que ardió la pionera llama
que mordisqueaba las cortinas y desgarraba las sábanas
como si fuera inexorable, nada quedó en pie,
todo se incendió de tal manera
que hasta el esqueleto de metal se derritió
como un helado en primavera.
Estúpido uno que por inocente o ignorante,
sonríe con paz enferma mirando a los ojos
de esa hoguera en la que uno con gusto se quema
pero no ama.
¿Sabe qué? Nunca es casual un incendio
huya o muera, usted elija y sublímese
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