Quién no amó a alguien que le devoró las tripas,
el presente, el pasado y el futuro y negó,
entre llantos de amor y perjurio,
que el adiós nunca llegaría
y que si lo hacía,
sería de la mano de la muerte.
Quién no amo con tanta vida
que sintió morirse cuando el amor se desvanecía
entre las fauces egoístas, salvajes e indolentes
de ese monstruo que nos comía
y nosotros, pobres infelices,
queríamos estar alimentándolo.
¿Quién no amó hasta morir?
Cómo pueden creer que amaron
si nunca sintieron que todo colapsaba,
que ya no eran de ustedes,
que no eran nada más que un ser amorfo
desprolijo y sin más sentido
que estar y ser entregado a ese otro quién
que por más monstruoso que fuere
lo amábamos tiernamente.
Váyanse a cagar, insolentes de la memoria,
desquiciados de lo que al corazón le da sazón
y porqué a la vida. Dejen de mentirse
si no amaron a un monstruo
no saben qué es el amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario