y entre columnas de silencio
y tal veces sin recuerdos
creí nunca encontrarte.
Vos también me estuviste buscando
mas fui invisible ante tus ansias,
y fui sombra ante tus ojos.
Y los cerraste.
Apretaste los párpados con fuerza,
tal vez temerosa que al encontrarme
dieras por terminada tu búsqueda eterna.
¿De qué servimos los buscadores
cuando ya no hay qué buscar?
Por mi parte, ya acepté,
se terminó la busquedad,
no temo al decir que te encontré,
puesto que ahora y siempre fue,
que sirvo, simplemente para amarte.
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