Tengo las tripas revueltas
el ánimo muerto
la esperanza marchita
el tiempo a destiempo
y la mueca tetánica
de la billetera a fin de mes.
Tengo la esperanza
guardada en una caja a la que no quiero abrir
tengo el olvido en el reloj de la mesa de luz
esperando encontrarme distraído
para saltar en un susurro dentro del oído
y recordarme que hay cosas
que hay que dejar atrás.
Tengo la certeza
que una cosa es dolor y que otra cosa es sufrimiento
que una cosa es irte y otra que te vayan
que una cosa es estar solo y otra abandonado
y que nada importante hay en lo que está
al alcance de la mano.
Tengo la certeza que no hay certezas posibles
y que el imposible existe, pero no queremos enfrentarlo.
Mejor salgo de la cama, de la casa,
de la ciudad en la que vivo,
en la que me hundo y me acobijo
como si fuera el único refugio
en un mundo que olvidó quién era yo
y cuáles mis sueños.
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