de dicciones y olvidos
mi barca llegue al destino
que alguna vez predesetiné.
Dejame procrastinar las carencias,
los obligos, los sinsentido,
de poco me importa ya
lo que aún no ha llegado,
apenas entiendo el fuego apagado
y las cenizas que el tiempo llevó.
Hoy soy yo, un mendigo miserable,
que ha encontrado sin querer
un tonel de recuerdos
llenos de dolor, ambivalencia y suspiros.
Dejame que duerma tranquilo,
esta tarde se ha disfrazado de otoño,
para recordarme, sin maldad y sin saña,
que de nada sirve el mañana,
cuando el hoy, es agua que se evapora
en las palmas de las manos.
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