y recoserme después de haber amado
también aprendí a ir despacio
y tomarme todo el chocolate hirviendo
acariciado por la tenue nevada.
Aprendí a desplegar mis alas
por volar también en el infierno,
aprendí a cerrar los ojos
para mirar profundo adentro
y entenderme, en momentos
en los que el caos quiere ser el dueño
de mis sí, de mis no, de mis tormentos.
Aprendí a cocinar a fuego lento,
a fuego medio, y también al máximo fuego.
Aprendí a estar de pie,
en un lugar en el que todos se sientan
y a sentarme en el piso
cuando no hay lugares vacíos.
Yo también aprendí a vivir
en el medio y en los extremos
porque tal vez vivir se trate de eso
hacer lo que querés
cómo vos querés
sin joderle la vida a nadie.
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