se transformó en excusa
en un porqué inminente
en una cuestión que importaba
mucho más que la propia vida.
De pronto el silencio
se transformó en muro
en un fluido que envolvente
se adueñó de los bosques
y también de las ciudades.
De pronto una luz salió del suelo
y todo en polvo se convirtió
y ya no hubo qué
ni hubo cuándo
ni hubo dónde.
De pronto, sin saber cómo,
decir adiós
fue un fantasma vagabundo
sobre un desértico deseo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario