el sótano, el jardín,
las miradas entre sí
ya no eran las que eran
y las palabras traicioneras
que podían escapar
escondían la verdad
que por miedo al devenir
no atrevían a decir .
Cucarachas habitaron la cocina,
el baño y el zaguán,
sucias se colaron por debajo
de pantalones arremangados,
subían por las piernas y trepaban
condicionadas, condicionando,
hasta comerles las tripas
y vaciárlos por dentro.
Se llenó de buitres la sala, el comedor,
y el dormitorio,
en la cama, hasta las sábanas, tenían otro hedor
y en los sueños, los colores,
ya no eran compartidos,
pero ella, una señora,
y él, todo un señor
y entre miradas de rencor
estúpidos murieron
por no saber decir adiós.
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