Nada sacía tu voraz apetito
bestia aguada salada y salvaje
pergeñadora de vidas
tan distintas, tan parecidas
tan simples, tan complejas
aeróbicas, carníferas,
mamíferas, profusas
en sus apariencias,
que algunas
tan solo comparten
aquello que las rodea
Toda tu paz interna
nada que ver tiene
con tu extrema violencia externa
que sacude costas
moldea las rocas
destruye ciudades
y hunde hemisferios
En tanto tu lecho
apenas la vida se mece
en un delicado
e inocente vaivén.
Cuántas vidas has cobrado ya
y aún no te alcanzan
los litros de sangre que has bebido
y a pesar de ser del mundo
conquistador y dueño absoluto
siempre estás contenido
indefenso, solitario,
como si esperaras
el momento exacto
de dar el zarpazo final
con el que el león
muestra el por que
se le llama rey de la selva.
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