A orillas del río descanso
bajo la sombra de un árbol cercano
donde un Martín Pescador espera
el momento justo para la pesca.
Un viejo perro pulguiento pasa
bajo el sol caliente que abrasa
no le inquieta el calor de la tarde
le importa más acallar su hambre,
con el rabo entre las patas
y las orejas atrás echadas
pone ojos halagüeños
y actitud de pedigüeño.
El muy cagón sale corriendo
cuando le ofrezco el alimento
se ve que algún que otro piedrazo
por inocente le han tirado.
Vuelvo entonces al descanso
al río, al árbol y al paisaje
sigo en el perro pensando
pues tal vez muera de hambre.
Si cupiera en la conciencia
el medir las consecuencias
del obrar con inconsciencia,
se tendría la decencia
de cuidar a la inocencia.
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