La casa sola y oscura,
el crujir del suelo de madera,
el ulular del cretino viento
que sacude las ososas ramas
de árboles desnudos
que además de sus hojas
han perdido el pudor.
Su sombra,
como la mano de la parca
que busca tu alma,
rasgando la pared
a través de un cristal
silencioso y cobarde
capaz de quebrarse
ante el mínimo esfuerzo.
Un grito aullado desde la nada,
el latido del corazón
retumbando en las sienes,
el llanto de un perro cercano,
un gato erizado
a un punto ciego mirando,
atento, a huir presto,
en cualquier momento.
Una mujer de blanco
descalza,
corriendo perdida
bajo la luz opalina
de la luna redonda.
Un temblor
sin razón ni motivo,
una copa volteada,
una sombra entre sombras...
el llanto de un niño
invisible en la nada,
una rata muerta,
una mirada.
El silencio de un grillo,
lo sordo del necio,
el puro egoísmo,
una luz entre luces,
y una sola palabra:
Injusticia.
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