Tierra herida -- Pablo Mirenda (*) |
y pude echarme sobre sus raíces
y cobijarme bajo su sombra
dejé que el trino
de los caídos pajarillos
me recordarán su vuelo y libertad.
No hubo alivio,
ni olvidos, ni desdenes,
ni lágrimas vertidas
por gruesas melancolías,
solo encontré un momento
oculto bajo una piedra
cavando profundo agujero.
Mis ojos se cerraron
el destino llegó hasta aquí
abriéndose camino entre los necios
entre aquellos que con mal agüero
abrieron sus paraguas bajo el sol
y tras una línea que hirió a la tierra
plantaron su bandera, vertieron sangre
y gritaron patria.
Yo también grité Patria.
pero la mía era mayúscula porque
era para todos,
para mi, para ellos, para otros.
Ellos hablaron con su plomo
yo disparé palabras.
Hasta el muerto resucita
en una guerra de ideales
que a la carne usa
como alimento de gusanos.
No hay vida después de la muerte
ni a los que quedan con vida
con sus conciencias percudidas
por el barro de las tumbas
y los gritos de clemencia
y dolor.
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